Ser retratado es una forma de exponerse, de desnudarse frente al que observa la imagen. Pero como en toda foto, uno elige qué mostrar y qué no. En este caso, qué dejar afuera de la imagen no es una decisión solo de la fotógrafa; son ellas, las retratadas, las que construyen el relato de forma colectiva, donde la confianza y el vínculo son esenciales. Cada una posee su historia, que no siempre quiere ser contada o recordada; en algunas ocasiones es su bandera de lucha. Así, decidir qué mostrar no es inocente o aleatorio. Estas mujeres tienen voz, que recuperaron y que es propia, ya no es más la voz de otro puesta en sus bocas.