Para empezar a pensar en una máquina

1. Una máquina, ¿es algo que hace cosas? ¿es algo que hace hacer cosas?
En algún momento de la historia aparece la máquina. Siempre, me parece a mi, en algún tipo de tensión con lo vital, con lo humano. Nacen de nosotros porque las inventamos o las imaginamos. Esperamos que expandan nuestra potencia, que nos ayuden a hacer cosas que aún no podemos hacer. Nos imitan como los autómatas o los robots, activan lo ominoso de esa vida que no es vida pero que se le parece, el miedo a que puedan algún día sustituirnos. Producen o nos hacen producir. Las creamos o nos hacen crear, nos hacen crear o nos enajenan.

2. Una máquina, ¿es algo?
Vamos a ver si podemos pensar en una máquina fuera del
objeto máquina, fuera de la máquina técnica (como esa que presento en la fotografía que acompaña este texto). Tratemos de pensar en la máquina como acción, como algún tipo de impulsor de una acción, de un pensamiento, de un afecto. Hacer máquina con algo (o con alguien), podría decirse, es enganchar un atributo mío a un atributo o parte de eso otro, de manera tal que por ese intervalo de tiempo, yo y eso otro, yo y ese otro, nos producimos desde un lugar diferente, compuesto. La máquina entonces, como sistema de relaciones, como efecto de producción.

3. Hablan máquinas literarias. (Ojo, contiene spoilers)
Hacer máquina, entonces. A ver hacia dónde va esto. Hacer máquina, por ejemplo, con una casa, con la casa de uno. En “La máquina de pensar en Gladys” de Mario Levrero, el personaje del cuento opera dentro de su casa como si él mismo fuese parte de sus engranajes. Tanto es así, que por momentos el sujeto de la acción se borra en la enunciación: “la mesa había sido levantada (…) el cenicero del sillón había sido vaciado”. Dentro de la máquina Casa-Mario, la máquina de pensar en Gladys. Ese artefacto incomprensible que recordamos súbitamente en el final del cuento. ¿Qué es lo que hace que la casa se derrumbe? ¿Qué función cumplen las máquinas? ¿Quizás, la de introducirnos en una ilusión de movimiento que nos permita negar que siempre allí, del otro lado, está la muerte?
Del otro lado, al final del libro, aparece el anverso: La máquina de pensar en Gladys (negativo). ¿Qué es lo negativo? Lo que aquí desaparece de la enunciación es la máquina misma. Aparecen, quizás por eso mismo, toda una serie de elementos bizarros, sobrenaturales, como si todo lo que había tratado de controlarse se hubiese dado vuelta, como si la máquina estuviese ahora funcionando con sus órganos, sus humores, sus bilis a la vista. Y sin embargo, al final de este camino también está la enfermedad, la soledad, la muerte. Y también este Mario (negativo) es aquí parte de la máquina. El sinsentido se despliega ante él (con él como parte) y no hay preguntas. Quizás el sinsentido de lo bizarro se toque en el extremo de una cinta de Moebius con el sinsentido del pragmatismo extremo. Quizás haya que preguntarse de la misma manera por qué sale una serpiente de un reloj como por qué hay que vaciar el cenicero, cerrar una canilla, doblar las medias.
¿Cuál es el peligro de la máquina, el peligro de hacer-máquina?
Los hermanos de la Casa Usher de Poe hacen máquina con la casa. En una suerte de proceso metonímico transgeneracional, ellos son la casa y la casa es ellos, y ante su derrumbe mental y físico, la casa se derrumba. ¿O es al revés?
112 años después Cortázar situaba en “Casa Tomada” a su silencioso matrimonio de hermanos en una ritualística de acciones cotidianas sin futuro. Se instala la muerte del afuera en pos de sostener la casa. Irene y su hermano, engranajes de esa suerte de organismo vivo dentro del cual se alimenta un otro lado siniestro, sin palabras. Lo que ocure no se nombra. Y otra vez, en la vuelta de una tuerca está la invasión de esa masa indefinida, de ese agujero-tapón, la aparición súbita de la muerte.

4. Provocación
El sentido común parecería decirnos que una máquina produce. Pero desde otros sentidos, la máquina es anti-producción. Hacer máquina puede matar el sentido singular.
La máquina, ¿puede hacer otra cosa que enajenar? ¿Puede producir algo más que la muerte del sentido, ya en su explosión en la locura, ya en su sobrecodificación en la hiper-racionalidad? ¿Se puede inventar una máquina que genere preguntas? ¿Una máquina-juego?

5. Juego

maquina

Con un poco de suerte y si llegaste hasta el final, ojalá que este texto pueda ser una máquina de esas últimas, o empezar a configurarla. Que sea una máquina que te haga leer a Levrero, a Cortázar, a Poe. Y si te dan ganas, te tiro dos preguntas.

  • Si te digo “máquina”, ¿cuál es la primer máquina que se te viene a la mente?

  • ¿Qué te imaginás que hace la máquina de la foto? Te doy una pista: está en Montevideo. Si vos también lo estás, ¿te animás a ir a buscarla? ¿Dónde te imaginás que está?

Lo que se te ocurra, mandalo a maquinadealgo@gmail.com. A ver qué hacemos con eso.
Hasta la próxima!

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3 comentarios

  1. Cuando pienso en maquina asocio con una fabrica, en maquinaria grande que produce algo.

  2. 1. Una máquina de escribir.

    2. ¿No es el panel de control de un transmogrificador? Me parece haberlo visto en Tomkinson y Simón Martínez.

  3. La primer máquina que se me viene a la cabeza es yo misma, mi cabeza, mi pensamiento, mis emociones, etc etc….al menos es lo que se me viene a la cabreza después de leer el texto.

    La máquina que está en la foto es de una editorial o de un diario ?

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